La necesidad de estar vestidos

Y la luz de la luna alrededor de las sombras, sobre el lago encantado, de los besos perdidos, la nostalgia tan joven, el futuro impensado de los enamorados de fuego, se pierden en cuadrados postales, en cicatrices de vino, en el vicio de turno y en las patadas a las piedras de la soledad.
Siempre buscando el momento, de domar el azar, de prenderse al tren del carnaval en enero y la llovizna que es suave pero empapa, te quiero y me pierdo, el frio polar en el verano de mierda, los corazones rotos de los pajeros que vuelven a golpear una puerta regalando mentiras que parecen verdades, son zapatos viejos que recién se lustraron y parecen nuevos.
Los amigos que se van y los nuevos que vienen, los traidores están muertos en el alma pero todos sin rencor, los favoritos nunca ganan, es el veneno que miente, esto está muy cortado, es la leche cortada, es la mala leche de siempre, la que asoma en la avaricia de los viejos dinosaurios, que tienen mucha tele y mucho oro.
Y el sol contagioso quemando el paraíso soñado, es la humedad siempre platense, aunque se pierde siempre y las risas estén vacías, es el signo que se enreda por la sociedad extraviada. Y te busco, te busco, de una forma espontánea, es el camino ganado, de los hermanos festejando los goles, los que se hacen y se erran, como se erran las miradas a la gente que nos odia de verdad.
Cuando las colas de chancho sean de burro, cuando los pájaros no se asomen más al ventanal, será posible que el tiempo desaparezca de los días, de los meses, de los años y podremos hablar de la libertad y la necesidad de estar vestidos.


Heces

En la ciudad de Paula Chave
los inodoros están mas altos que los culos.
Todos se reúnen en el mismo escritorio
y algunos se tragan la s.
En la ciudad de Paula Chave
no existen los Bioy o Casares,
no existen los Joyce y Eliot,
se juntan en la misma barra pidiéndose el mismo trago.
En la ciudad de Paula Chave
es más fácil reír que llorar.
Después de Binelli se van a dormir,
se limpian la boca con mierda de los demás.
En la ciudad de Paula Chave,
las nenas se llaman Paula,
los nenes se llaman Piter.
Son idolatrados por el círculo vicioso de chuparse una verga.
En la ciudad de Paula Chave,
se tragan las heces y también las escupen.



Del amigo viejo y peludo Oscar Ghozo

Hoy

Hoy no voy a escribir de las calles vacías, de las hojas que volaron, del fuego prendido que arde en las entrañas.
Hoy voy a dejar la poesía podrida, la que rebusca ilusiones, la que juega con palabras para perturbar el corazón.
Hoy no doy las señales de que estoy agobiado, que la vida es una puta con las piernas cerradas.
Hoy no voy a escribir nada que tenga que ver con ustedes, con los conflictos de la moral y los enredos del cerebro.
Hoy no voy a jugar con las rimas peligrosas, con lo que me callé en la vida cotidiana, con la exclamación que espanta más que una risa a la mañana.
Hoy no quiero decir lo que no se me va a entender, lo que desconocidos siempre van a juzgar.
Hoy no pienso salir de esta habitación, no quiero ver si todo esta bien.
Hoy no voy a escribir para que me comprendan.
Hoy me reviento contra el piso y saco los pensamientos gritando pero hoy no voy a escribir.