Noches enteras

Porque entre tanto desvelo de noches enteras
tal vez cuando duerma te pueda soñar,
es lo real tan lejos del amor
ya no te quiero buscar.

Porque entre tantas noches de vino perdido
es probable que te vuelva a pensar,
las miradas ausentes de cara en cara,
los abrazos latentes que van a esperar.

Porque entre tantas noches de recuperarte
nunca mis risas te van alcanzar,
el perfume se vuelca en las camperas
nunca se borra el suspiro sin fe.

Porque entre tantas noches de libros en vela
capaz que algún día crees,
que cuando me fui y nunca volví
y cuando volví ese soy yo.

Porque entre tantas noches “misterio”
de sueños borrados es probable volverte a ver.
El amigo fiel es un genio
que repite: “ya no es tiempo para correr”

Porque entre tantas noches que fuimos eternos
me queda el desvelo sin sed.
Los arboles viejos de este ventanal
repiten tu nombre en abril.

Porque entra tantas noches acostumbradas
nos hicimos esclavos
y así te vuelvo a encontrar.
El tiempo que pasa y el resto perplejo
tal vez no lo pueden creer.

Encima el árbitro sale corriendo como cuando un perro se manda una cagada.

Lápiz Japones. Lápiz Japones, lápi japones, lapi japone, lapi japone, la pijapone, la pija pone...

Árbol caído en otra estación

Soy el árbol que no se fijó en el otoño
el que cayó por raíces podridas
el que buscó los pájaros perdidos
en el ocaso anochecer de almas vendidas.

Soy el que sopló mas fuerte
el viento que arrasa la espera
que aviva las llamas doradas
del fuego encendido en el pecho del gorrión.

Voy más alto que las luces
que descubren enamorados serpientes
para mostrar el abrazo enredado
el aliento frío del invierno excitado.

El esqueleto al descubierto
por las hojas vencidas
quemadas por los rayos del sol
la corteza sangra en líquidos amarillentos.

Soy el árbol fácil de encontrar
de donde parten las obras maestras
las horas dibujan
el chubasco es el peor de los amigos.